Ante el reto de diseñar en favor de la complejidad
Son muchos los datos que evidencian el proceso de urbanización acelerada que vivimos. Para mediados de este siglo, 7 de cada 10 personas vivirá en territorios urbanos. Al mismo tiempo, las ciudades entre 2010 y 2015 han ocupado solo el 0,5% más de la superficie del planeta1Zabalbeascoa, Anatxu (2019). “La urbanización del mundo es imparable, ¿están las ciudades preparadas?”. El País. Consultado el 11/05/2019 en https://elpais.com/elpais/2019/05/06/eps/1557155545_143363.html. La densidad urbana va en aumento y uno de los principales retos que enfrentamos en los próximos años es la gestión de la diversidad y la complejidad en las ciudades.
Ante esto, la respuesta en nuestras ciudades no ha sido muy satisfactoria: segregación de las clases sociales, mercantilización del espacio público, homogeneización de los modos de vida y dificultad de acceso a la vivienda.
Sobre esto último, en España concretamente, el escenario empeora aún más. Desde el ámbito privado se promueven modalidades de alquiler especulativas, facilitadas por la legislación pública2Gil, Javier (2014). “La incipiente burbuja inmobiliaria (I)”. El País. Consultado el 5/09/2019 en https://ctxt.es/es/20180620/Politica/20294/Burbuja-inmobiliaria-capital-financiero-especulacion.htm o bajo la etiqueta estética de economía colaborativa3Garcia-López, Miquel-Àngel and Jofre-Monseny, Jordi and Martínez Mazza, Rodrigo and Segú, Mariona (2019): Do short-term rent platforms affect housing markets? Evidence from Airbnb in Barcelona., que incentivan procesos de gentrificación que dificultan aún más el acceso a la vivienda y expulsan a las clases populares de los centros de las ciudades.
Desde el ámbito público, un sistema de producción de vivienda enraizado en el movimiento desarrollista de los años 50 ha apuntalado la concepción de la vivienda como bien material y de consumo, no vinculándose a necesidades habitacionales sino a cuestiones de mercado.
Se instala así un discurso fundamentado en términos cuantitativos en el que se asocia producir vivienda –de cualquier tipo y modo– a “hacer ciudad” (casa+casa+casa=ciudad), que deja fuera las cuestiones cualitativas verdaderamente importantes: para qué, para quién, cómo o por qué.
Cohousing: manifiesto vivo
En paralelo a esto, aparece como alternativa emergente en nuestro país el cohousing o “vivienda cooperativa”.
Fundamentado en el derecho de uso como nuevo modelo de propiedad, en la capacidad de autogestión de las personas que lo habitan y en la incorporación de nuevos usos comunes y públicos que faciliten la interacción y la generación de lazos comunitarios, los beneficios que este nuevo modelo de vivienda supone en el plano arquitectónico y social son, salvando sus complejidades, indiscutibles e ilusionantes.
Con ya dos casos en su modalidad “intergeneracional” –La Borda (Barcelona) y Entrepatios (Madrid)– y más de una decena4MOVICOMA, mapa de viviendas colaborativas de mayores http://movicoma.blogs.uoc.edu/mapa/ para la modalidad “senior”5Del Monte Diego, J. (2017). Cohousing. Modelo residencial colaborativo y capacitante para un envejecimiento feliz. Estudios de la Fundación Pilares para la autonomía personal. No 4, 2017., el cohousing se presenta como una alternativa real y viable. Una vivienda pensada para adaptarse a la vida que la habita y que nos dirige hacia modelos de desarrollo urbano enfocados en un modelo de ciudad que ponga la vida en el centro.
Entendemos el cohousing, así, como un elemento urbanizador con la capacidad práctica de dialogar y responder a los actuales malestares de nuestras ciudades, al tiempo que nos enuncia la ciudad de mañana.
Reflexionando sobre esto, nos proponemos generar una mirada global sobre el modelo de vivienda cooperativa y, más allá de un análisis relativo en torno a sus implicaciones como tipología edificatoria singular, desentrañar las cualidades que, a modo de manifiesto vivo, nos presenta y, creemos, marcan el rumbo hacia el modelo de ciudad que deberíamos construir.
Identidad colectiva
Ante la crisis identitaria apuntalada por la mercantilización de los recursos y el aumento de la precariedad, numerosas iniciativas han puesto sobre la mesa la necesidad de repensar las normas y compromisos que constituyen “lo colectivo”, reclamando un asociacionismo con capacidad de apoyo mutuo que consiga sobreponerse a los actuales contextos de fragilidad y vulnerabilidad individual.
En respuesta, el cohousing busca la construcción de una comunidad integrada que articula sus vínculos en torno a la gestión compartida de un recurso que entiende común –la vivienda–. Fortalece así la idea de “hacer ciudad” en un sentido cualitativo que le es más propio –constructora de relaciones sociales–, dando forma a la misma mucho antes de la construcción material del edificio (fig. 1).
Bien común
La propiedad sobre el espacio define la forma en la que nos relacionamos con él y con el resto de personas que lo habitan. Así lo han dejado ver la diversidad de iniciativas urbanas en los últimos años que, recuperando “los comunes” como cuerpo teórico constituyente de nuevos discursos emancipadores de los modelos de propiedad vigentes, han apostado por un uso de la ciudad basado en la construcción de otro tipo de compromisos colectivos.
En relación a la vivienda en España el modelo de propiedad hegemónico sigue siendo la propiedad individual, bajo el ideal económico liberal de proporcionar un recurso financiero con valor de cambio, obviando las innumerables desigualdades de nuestra sociedad.
El cohousing introduce un nuevo modelo de propiedad: el derecho de uso. Inspirado en los modelos Andel y Almene daneses, establece una forma de propiedad colectiva sin fin de lucro y no especulativa en el que la propiedad de las viviendas siempre recae sobre la comunidad vecinal, constituida jurídicamente como cooperativa. Los usuarios de las viviendas cuentan con un uso indefinido de sus viviendas mediante una aportación económica inicial. Durante el periodo en el que el usuario disfruta del uso de la vivienda, abona una mensualidad de carácter bajo denominada “cuota de uso” y cuyo fin es el pago de la deuda generada por la construcción del edificio, su mantenimiento y la posible generación de un capital colectivo para la comunidad.
La propiedad y gestión compartida no solo se aplica al edificio, sino que pueden también establecerse mecanismos públicos y/o comunitarios de gestión del suelo6El acceso al suelo determinar también en gran medida la cuota de uso, considerando el impacto del valor del suelo sobre el coste total. No obstante, el modelo económico de la vivienda cooperativa puede ser muy diverso, agrupando financiación privada, títulos participativos, subvenciones, etc. LaCol; La Ciutat Invisible (2018). Habitar en comunidad. La vivienda cooperativa en cesión de uso. Madrid: Catarata; Fundación Arquia..
Si es la comunidad de vecinas y vecinos la que de forma privada realiza la compra del suelo, ésta deberá amoldarse al precio de mercado. Es el caso de Entrepatios, en Madrid.
Otra posible vía es la cesión de suelo público por medio de un canon anual establecido durante un tiempo prolongado –entre 50 y 75 años–, facilitando el acceso a la vivienda desde lo público, como sería el caso de La Borda, en Barcelona.
Fuera de España contamos con ejemplos de gestión del suelo entre entidades públicas, comunitarias y sociales, como los “fondos de tierras comunitarios” –Community Land Trust (CLT)– en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Bélgica, o mecanismos de control bajo modelos federados, como la FUCVAM en Uruguay, el Mietshäuser Syndikat en Alemania o la Federación Nacional de Asociaciones de Vivienda en Dinamarca, conformada por las asociaciones Almene de vivienda cooperativa pública7Vidal-Foch, Lorenzo (2015). “Asociaciones y cooperativas de vivienda en Copenhague y Dinamarca.” Texto escrito para la sección de “Análisis de experiencias nacionales e internacionales” en Cooperhabitar: claves para la generación de procesos cooperativos que aseguren el derecho a una vivienda digna en Andalucía. Universidad de Sevilla..
Así mismo, los modelos de acceso al suelo y de financiación de la promoción determinarán también en gran parte la diversidad y heterogeneidad de la comunidad, siendo los mecanismos de regulación públicos y/o comunitarios los que aseguran un acceso a clases sociales con menor poder adquisitivo o con vulnerabilidades de algún tipo –inmigración, género, dependencia, etc.–.
El modelo de propiedad aparece así como elemento performativo de la identidad colectiva de la que hablábamos, y se fortalece ésta como herramienta capaz de solventar desigualdades o vulnerabilidades individuales, generando un contexto de apoyo mutuo para el cuidado colectivo en la ciudad.
Programa público-comunitario
El programa residencial del cohousing no entiende la colectividad en la vivienda como la suma de núcleos familiares privados, sino como una entidad conjunta, dotando a los espacios de uso común de una gran relevancia. Estos no son ya únicamente espacios de servicio o comunicación entre viviendas, sino que reflejan y visibilizan los compromisos de la comunidad a través de espacios como lavandería común, salón-comedor de celebraciones, taller, biblioteca, ludoteca infantil o un patio interior de uso común (fig. 2). Un gradiente de relaciones que aporta riqueza y diversidad en la forma de relacionarnos con nuestro entorno residencial y, por extensión, con nuestra ciudad, en contra del habitual uso binario del espacio –público-privado–8“La calidad de la arquitectura suele ser proporcional a la cantidad de espacio público y colectivo conseguido.” Antonio Miranda, en: Moya, Luis (2008). Vivienda Reducida, Madrid: Etsam; Ministerio de Vivienda..
Co-Diseño
El proceso de diseño, hasta ahora cerrado y lineal, ve modificadas sus herramientas, dinámicas, lenguajes y ritmos en busca de un diseño abierto e iterativo.
En ese proceso de redefinición constante, la capacidad del técnico no será únicamente la aplicación práctica de su conocimiento, sino la de dotar de autonomía y herramientas al resto de personas que participan del proceso bajo un rol de asesoría y acompañamiento. Deberá, por tanto, dotar a dicho conocimiento técnico de un lenguaje entendible9Elena Castillo y Marta Torralba, arquitectas sAtt, hablan de las dificultades a la hora de comunicarse con la comunidad de vecinas y vecinos de Entrepatios durante el proceso de diseño. En https://www.youtube.com/watch?v=VPws8Amiykc | Entrevista completa en Pérez, Pascual (2017). Qué significa diseñar un edificio hoy. Madrid, Universidad Rey Juan Carlos y MediaLab-Prado, https://www.youtube.com/watch?v=YdjtQ-ntjDM. Hacer de traductor e intérprete de estos conocimientos, interactuando como intermediario entre los anhelos de la gente y la construcción física del espacio (fig. 3).
Los formatos y herramientas de comunicación arquitectónica deberán dar respuesta a estos cambios, transmitiendo y narrando las condiciones del espacio y de sus procesos. Cobran más importancia la representación esquemática o diagramática por encima de la técnica y, con especial relevancia, la capacidad de generar discursos narrativos. Historias que cuentan de una forma identitaria el diálogo entre los espacios del edificio y los procesos de socialización que en él se generan10Torralba, Marta (2017). “Un día en el cohousing de Las Carolinas”, en blog sAtt http://satt.es/un-dia-en-el-cohousing-de-las-carolinas/.
Topología
Las viviendas también deberán responder a las necesidades contemporáneas de una sociedad atravesada por enormes cambios. Desde el uso masivo de la tecnología a los acontecidos en las relaciones laborales, la familia, la sexualidad, la concepción de las etapas de vida más vulnerables –infancia, juventud y vejez– o los roles asociados al género.
La vivienda, clasificada, analizada y construida a través de la idea de “tipología” respondía, hasta ahora, a una solución espacial “tipo” para una forma de vida “tipo”. En parte por la homogeneidad de los modelos familiares del S.XX, en parte empujada por los ideales productivistas traídos por la revolución industrial y trasladados al actual sistema inmobiliario, rígido y aséptico.
El elemento central de estudio deja de ser la familia y pasa a ser el individuo y su variedad de agrupación. No diseñamos para la sociedad –homogénea y universal–, sino para la multitud –heterogénea y diversa–11Virno, Paolo (2003), Gramática de la multitud, Madrid: Traficantes de sueños..
Ejemplo de ello es el proceso de diseño para las viviendas en “Las Carolinas” -Entrepatios (Madrid)-.
El equipo técnico de arquitectura sAtt hizo entrega a las 17 unidades de convivencia que conforman la comunidad de un kit de diseño (fig. 4). Cada una de las 17 unidades debía realizar una propuesta para su vivienda y entregarla al equipo de arquitectura. Con la puesta en común de las 17 propuestas, el equipo de arquitectura se encargó de identificar patrones que sirvieran como elementos estructurantes para el diseño del edificio -situación de núcleos húmedos, accesos, posición de elementos portantes, etc.- (fig. 5). Definidos los modelos de vivienda que organizaban el diseño del edificio, las 17 unidades pudieron volver a intervenir en el proceso, aportando nuevamente sugerencias, necesidades o deseos, que se incorporaron como personalización última de cada una de las viviendas.
Se trata de un diálogo que, sin dejar a un lado la necesaria racionalización constructiva-arquitectónica del edificio, genera un proceso de diseño topológico, más que tipológico, en el que se busca detectar patrones propios de las personas que habitarán las viviendas y, en última instancia, otorga sentido a la idea misma de habitabilidad, al entrar en acción la persona habitante en el diseño de su espacio.
Madera
“Nuestra casa común está en llamas”, reza el primer capítulo del “Manifiesto por el Green New Deal”12Tejero, Héctor; Santiago, Emilio (2019). ¿Qué hacer en caso de incendio? Manifiesto por el Green New Deal, Madrid: Capitán Swing. Los problemas a los que nos enfrentamos en las próximas décadas debidos al cambio climático van en aumento y el tiempo juega en nuestra contra. Nuestra responsabilidad para con esa “casa común” –nuestras ciudades y el planeta– pasa por cambios radicales en la forma de producirla y construirla.
En base a lo expuesto, vemos como la incorporación de este discurso y de la responsabilidad necesaria se produce de forma natural en el cohousing, debido a tres aspectos fundamentales: (1) el enfoque largoplacista a través de la construcción comunitaria, (2) la reducción de ideales de maximización de beneficios individuales y (3) la visión holística de la vivienda como elemento integrante de la ciudad y constructor de las relaciones sociales. Esto se materializa en el cohousing mediante el uso de la madera como principal material de construcción. Ejemplo de ello son las construcciones de los edificios de cohousing de Entrepatios, en Madrid, y La Borda, en Barcelona (fig. 6).
La madera repercute en menores emisiones de CO2, supone un menor tiempo de ejecución y, a diferencia de otros materiales de construcción como la arena u otros minerales, es renovable, lo que otorga un menor coste a largo plazo para edificios de altas prestaciones medioambientales.
Frente al uso indiscriminado del hormigón como principal material de construcción a lo largo del pasado S.XX, el uso de la madera nos devuelve una visión global, que frente a los ideales de permanencia del hormigón, analiza el proceso constructivo, de nuevo, mucho antes y mucho después de la materialización física del edificio, considerando la extracción y fabricación de los materiales, transporte a obra, colocación, mantenimiento, uso y desmantelamiento del edificio, para un ciclo de vida sostenible y coherente con nuestra relación de interdependencia con el entorno y la situación de emergencia climática que vivimos (fig. 7).
Conclusiones: nuevos roles para la ciudad contemporánea
El crecimiento exponencial urbanita problematiza una ciudad hasta ahora analizada, entendida y diseñada para la simplificación y el control de la diversidad, lo que Oihane Ruiz denomina la anti-ciudad13Fernández, Ana; Herrero, Yayo; Ruíz, Oihane (2018). “Jane Jacobs en Chamartín” | Debate con Yayo Herrero, Oihane Ruiz y Ana Fdez, Madrid: La Ingobernable, en https://www.youtube.com/watch?v=tfqS2mFTAOA&t=.
El modelo de propiedad privada e individual de la vivienda, en la medida en que se configura como herramienta predefinida y cerrada, aumenta la polarización de las dimensiones pública-privada, no permitiendo la construcción de nuevas lógicas relacionales sobre el espacio. Por el contrario, los modelos de propiedad basados en lo común evidencian las necesidades y voluntades de quienes habitan el espacio. Se produce así una negociación entre la gobernanza –propiedad– y el habitar –espacios y relaciones sociales– que se materializa en una revisión del programa residencial tradicional de vivienda colectiva.
Al tiempo, la autogestión y la propiedad compartida del espacio convierten al edificio en un lugar para la producción (fig. 8), en contraposición a la idea de consumo del espacio. Herramientas y valores que se verán reflejados en el contexto urbano cercano y en la ciudad, a través de actividades que desbordan la concepción binaria del uso en la ciudad –público (calle), privado (vivienda)– y por tanto, el uso tradicionalmente privado de los edificios de vivienda colectiva, otorgando a estos un carácter primario en el funcionamiento de la ciudad.
Así, el modelo cohousing supone una enmienda a la totalidad del programa residencial de vivienda colectiva vigente y, por consiguiente, de la anti-ciudad. Irrumpe como ejemplo y vanguardia en la aplicación de medidas innovadoras de forma integral –jurídica, económica, social, urbana, arquitectónica y medioambiental–.
Se esperan por tanto cambios notables en la práctica de los diferentes agentes involucrados en el diseño de la vivienda y el “hacer ciudad”.
El personal técnico de la arquitectura pierde relevancia en su condición de creador, por no interactuar ya con dicha creación de forma única y por permanecer dicha creación en constante iteración, y adquiere un papel de acompañante de los procesos de ideación y construcción del espacio. Las entidades públicas deberán entender la necesidad de promover una política pública redistributiva y de proximidad, que redirija los intereses de la promoción privada a la incorporación de criterios de sostenibilidad social y medioambiental en detrimento de plusvalías económicas cortoplacistas14Alonso, Iñaki (2019). “¿Qué entendemos por arquitectura triple balance?”, en blog sAtt http://satt.es/que-entendemos-por-arquitectura-triple-balance/. Al tiempo, deberá rebasar sus límites institucionales a través de contextos de trabajo más abiertos en los que deje de entenderse como categoría hermética y dote de herramientas a la ciudadanía -legales, administrativas y técnicas- para el acceso, la producción y la gestión de los recursos del territorio, favoreciendo la construcción de una ciudadanía que adquiere nuevos compromisos -individuales y colectivos-, en favor de lo común.
Artículo publicado originalmente en octubre de 2020 en el libro de actas del IV Congreso Internacional de Vivienda Sostenible, Alghero. pp. 246-251
- 1Zabalbeascoa, Anatxu (2019). “La urbanización del mundo es imparable, ¿están las ciudades preparadas?”. El País. Consultado el 11/05/2019 en https://elpais.com/elpais/2019/05/06/eps/1557155545_143363.html
- 2Gil, Javier (2014). “La incipiente burbuja inmobiliaria (I)”. El País. Consultado el 5/09/2019 en https://ctxt.es/es/20180620/Politica/20294/Burbuja-inmobiliaria-capital-financiero-especulacion.htm
- 3Garcia-López, Miquel-Àngel and Jofre-Monseny, Jordi and Martínez Mazza, Rodrigo and Segú, Mariona (2019): Do short-term rent platforms affect housing markets? Evidence from Airbnb in Barcelona.
- 4MOVICOMA, mapa de viviendas colaborativas de mayores http://movicoma.blogs.uoc.edu/mapa/
- 5Del Monte Diego, J. (2017). Cohousing. Modelo residencial colaborativo y capacitante para un envejecimiento feliz. Estudios de la Fundación Pilares para la autonomía personal. No 4, 2017.
- 6El acceso al suelo determinar también en gran medida la cuota de uso, considerando el impacto del valor del suelo sobre el coste total. No obstante, el modelo económico de la vivienda cooperativa puede ser muy diverso, agrupando financiación privada, títulos participativos, subvenciones, etc. LaCol; La Ciutat Invisible (2018). Habitar en comunidad. La vivienda cooperativa en cesión de uso. Madrid: Catarata; Fundación Arquia.
- 7Vidal-Foch, Lorenzo (2015). “Asociaciones y cooperativas de vivienda en Copenhague y Dinamarca.” Texto escrito para la sección de “Análisis de experiencias nacionales e internacionales” en Cooperhabitar: claves para la generación de procesos cooperativos que aseguren el derecho a una vivienda digna en Andalucía. Universidad de Sevilla.
- 8“La calidad de la arquitectura suele ser proporcional a la cantidad de espacio público y colectivo conseguido.” Antonio Miranda, en: Moya, Luis (2008). Vivienda Reducida, Madrid: Etsam; Ministerio de Vivienda.
- 9Elena Castillo y Marta Torralba, arquitectas sAtt, hablan de las dificultades a la hora de comunicarse con la comunidad de vecinas y vecinos de Entrepatios durante el proceso de diseño. En https://www.youtube.com/watch?v=VPws8Amiykc | Entrevista completa en Pérez, Pascual (2017). Qué significa diseñar un edificio hoy. Madrid, Universidad Rey Juan Carlos y MediaLab-Prado, https://www.youtube.com/watch?v=YdjtQ-ntjDM
- 10Torralba, Marta (2017). “Un día en el cohousing de Las Carolinas”, en blog sAtt http://satt.es/un-dia-en-el-cohousing-de-las-carolinas/
- 11Virno, Paolo (2003), Gramática de la multitud, Madrid: Traficantes de sueños.
- 12Tejero, Héctor; Santiago, Emilio (2019). ¿Qué hacer en caso de incendio? Manifiesto por el Green New Deal, Madrid: Capitán Swing
- 13Fernández, Ana; Herrero, Yayo; Ruíz, Oihane (2018). “Jane Jacobs en Chamartín” | Debate con Yayo Herrero, Oihane Ruiz y Ana Fdez, Madrid: La Ingobernable, en https://www.youtube.com/watch?v=tfqS2mFTAOA&t=
- 14Alonso, Iñaki (2019). “¿Qué entendemos por arquitectura triple balance?”, en blog sAtt http://satt.es/que-entendemos-por-arquitectura-triple-balance/