El urbanismo en Canarias genera conflictos sociales, no podemos negar esta tajante realidad: La Tejita, El Circuito del Motor, El Puertito de Adeje, El Muelle de Agaete, Chira Soria o el Puerto de Fonsalía son macroproyectos que, en los últimos años, han generado grandes tensiones sociales. Macroproyectos que responden a una forma muy concreta de hacer urbanismo: se diseñan de forma vertical (de arriba hacia abajo) y por medio de procesos opacos en los que no están representados los intereses y enfoques de la mayoría de la población.
Es normal pensar que estos procesos opacos en el que un grupo de personas no diverso (en su mayoría hombres blancos con formación técnica, responsabilidades políticas o intereses económicos) den como resultado ciudades que no responden a los intereses, necesidades y expectativas de las sociedades actuales, que son diversas, complejas y cambiantes. El fracaso social de este modelo para ordenar nuestro territorio, nos hace replantearnos la validez de los procesos y los espacios en los que se decide el futuro de nuestras islas. Las sociedades contemporáneas demandan y necesitan una disciplina urbanística que ponga en funcionamiento procesos abiertos, colaborativos y adaptados que escuchen las diferentes voces que forman parte de los territorios que habitamos. Sin olvidarnos de los ecosistemas que habitamos y conforman nuestro entorno natural (animales, plantas, montañas o barrancos) que no tienen voz pero debemos velar por sus intereses porque también son los nuestros.
El urbanismo en Canarias es especialmente importante porque nuestro territorio es irremediablemente finito. Cada centímetro cuadrado de tierra debería estar supeditado al interés general de todos sus habitantes. Los campos de golf en Canarias son, precisamente, un ejemplo paradigmático de esta forma de hacer urbanismo: grandes extensiones de territorio que consumen grandes cantidades de recursos pero que disfrutan pocas personas, generalmente de un estrato social determinado.
El escenario para el desarrollo de la profesión ha cambiado drásticamente en los últimos veinte años. Este cambio nos ha empujado a transitar hacia otras prácticas y enfoques alternativos dentro de la profesión para intentar vivir (o no morir) de ella. Para hacer ese viaje, hemos tenido que diseñar y poner en práctica herramientas, formatos y productos distintos de los que aprendimos en la academia. Y sobre todo, hemos tenido que afrontar la práctica desde la colectividad, la cooperación y la colaboración a través de redes formales e informales de apoyo mutuo donde la propia disciplina se expande, se enriquece y cristaliza con conceptos como el diseño cívico o la inteligencia colectiva.
El urbanismo seguirá generando conflictos, es inevitable, pero el desafío pasa por identificarlos e incorporarlos en el proceso, no confrontarlos con el resultado. La disciplina se encargará de diseñar y mediar procesos para construir acuerdos y soluciones colectivas que den respuesta al interés general.
Territorio Común – ZULO
Esta reflexión es parte de la propuesta colectiva “Territorio Común” sucedida en el espacio expositivo ZULO durante la Semana de la Arquitectura de 2022 organizada por el Colegio de Arquitectos de Gran Canaria.
“Territorio Común” es el resultado de una reflexión colectiva de un grupo de arquitectas de Canarias en torno a la práctica arquitectónica contemporánea en nuestro territorio. A través de la instalación se pretende visibilizar la mirada de una nueva generación de profesionales en relación a la contemporaneidad e insularidad como oportunidades para una práctica profesional no globalizada.
La instalación diseñada para esta exposición colectiva pretende evidenciar el tipo de prácticas que transforman y resignifican el territorio canario utilizando el golf como pretexto para reflexionar y debatir sobre estas problemáticas urbanísticas.
Han formado parte de esta muestra: A la Sauvette, Marta Torrecilla, Pablo Delgado, Saray Ossorio, Ofmake Practice y la Oficina de Innovación Cívica
Fotografías de Jonay PMatos