Uno de los principales indicadores de la calidad de vida en una ciudad es su capacidad para el encuentro entre vecinas y vecinos.
Cobran así especial relevancia las infraestructuras vecinales y ciudadanas. Espacios donde se produce interacción, intercambio y creación de relaciones.
En la última década la toma de conciencia con respecto a esto, sumado a la recuperación de discursos sobre bienes comunes y la búsqueda de nuevas formas de construcción colectiva, han generado la aparición de muchos y muy diversos espacios en los que, más allá del encuentro inocente entre vecinas y vecinos, la ciudadanía juega un papel activo en la producción colectiva de acciones y proyectos para la mejora del municipio. Vemos ejemplos de esto desde lo económico –coworking–, lo público –laboratorios ciudadanos– o lo social –con el impulso de nuevos centros sociales autogestionados–.
En el presente documento proponemos el “Espacio Cívico” como categoría que engloba todos estos espacios y nos ayuda a estudiarlos y describirlos, desde sus similitudes y diferencias. El objetivo, la obtención de pautas que ayuden a la activación de espacios vecinales desde la ciudadanía, que recojan los valores de la co-gestión, la autonomía y el cuidado colectivo y que impulsen y faciliten la producción colectiva en el territorio.
¿Cómo funcionan estos espacios?, ¿qué tipo de actividades pueden ayudar a un mejor rendimiento?, ¿cómo es la gestión de este tipo de instalaciones?, ¿quién se hace cargo de esa gestión?, ¿cómo se relacionan estas infraestructuras entre ellas y con el entorno que les rodea?, son algunas de las cuestiones que tratamos de responder en este documento, intentando añadir acciones concretas para la implementación de una red de Espacios Cívicos en Puerto del Rosario –Fuerteventura– a partir de su red de Centros Ciudadanos ya existente.