En un contexto de constante cambio y evolución como en el que estamos debemos modificar la forma de hacer y planificar la ciudad hacia mecanismos e instrumentos más dinámicos y experimentales que desarrollen una práctica urbana basada en esa misma lógica. De lo contrario, seguiremos construyendo ciudades limitadas, rígidas y estructuradas por planes muy difíciles de sacar adelante, que no cumplen con las necesidades de la mayoría y que una vez desarrollados ya están obsoletos.
Estas formas de hacer se basan en: (1) urbanismo participativo -implicando a las personas en todo el proceso y no solo consultándolas en momentos determinados-, (2) urbanismo de ida y vuelta -pensado desde múltiples escalas, alimentadas entre ellas, y desde la colaboración entre agentes- (3) urbanismo de dos velocidades -alternando intervenciones de urbanismo táctico y experimentación urbana con intervenciones de una mayor complejidad y envergadura-, (4) urbanismo de código abierto -no se trata tanto de diseñar planes como de establecer dispositivos que los elaboren, los discutan, los negocien y los hagan avanzar. Definir las metodologías y reglas del juego antes que definir el resultado-, (5) urbanismo líquido y flexible -en sintonía con las dinámicas y velocidades de la ciudad y la sociedad-, (6) urbanismo reflexivo (en beta) -en constante análisis y desarrollo, susceptible de sufrir modificaciones, convirtiéndose en un instrumento de conocimiento y negociación-.
Como cierre de esta guía, definimos una serie de acciones, respecto al espacio público y los agentes que intervienen en su desarrollo, y siete propuestas de continuidad que pueden ayudar a dar los siguientes pasos para la activación del espacio público de Puerto del Rosario.
Acciones respecto al espacio público
Ciudades CON y para las personas
Hay que diseñar las ciudades desde el espacio público y este debe tener unas condiciones de salud, confort y funcionalidad que promuevan la equidad, generen independencia y aporten calidad al ambiente y la experiencia.
Así mismo, debe regularse el espacio público en favor de las personas como peatones y su convivencia (SÁNCHEZ 2016), evitando confrontación, exclusión o segregación entre ellas y facilitando la interacción de éstas con su espacio público.
Diseño estratégico (experimentación urbana)
Una acción o intervención de éxito la define su repercusión o impacto y no una mayor inversión. Para ello es necesario una buena estrategia y una planificación. A partir de aquí se pueden desarrollar acciones de gran o pequeña escala y acciones rápidas o lentas y pesadas. Cuando trabajamos desde una estrategia y una planificación clara, no hay espacio para la improvisación. Este tipo de acciones pasan a ser pruebas o experimentos que sirven para analizar su impacto y repercusión para luego consolidarse o transformarse en función de su acogida.
Este tipo de acciones deben tener 3 características fundamentales: (1) adaptables al entorno -diseñar a través de parámetros comunes hace que las soluciones sean más fácilmente replicables al resto del territorio, generando recursos para toda la ciudadanía-, (2) evolutivo en el tiempo -que pueda consolidarse, transformarse o desaparecer de manera relativamente sencilla y sin grandes inversiones, en función del contexto y las personas que lo gestionan y dan uso, y (3) flexible al uso -que pueda albergar actividades diversas, improvisadas e improbables-.
Red de espacios públicos
Debemos trabajar siempre desde varias escalas: planificar estratégicamente a escala ciudad y experimentar a escala barrio o entorno concreto. Es fundamental que las pequeña escala vaya construyendo la grande y generando contextos conectados que puedan enlazarse con otras capas de la ciudad como la movilidad urbana y el transporte público o las zonas comerciales. Esta red de espacios públicos cercanos y conectados entre sí facilita que se generen entornos confortables, agradables y seguros tanto de estar como de paseo por la ciudad.
“El espacio público es lo que nos hace ciudadanos” (RUEDA. 2015)
Acciones respecto a los agentes
Una de las conclusiones principales, y a través de las cuáles se conforma el diseño cívico, es que la transformación del territorio se estructura en torno a las personas. Si las personas cambian su forma de relacionarse con el territorio, el territorio cambia. Este cambio de las personas se divide en dos partes: la primera es pasiva y perceptiva, -cómo entendemos nuestro entorno-, y la segunda es activa y relacional -cómo nos relacionamos con nuestro entorno-.
Cambio de percepción (concienciación)
Generalmente la ciudadanía se ve incapaz de plantear propuestas “ambiciosas” -a corto, medio o largo plazo- porque se parte de las dificultades existentes para llevarlas a cabo. Se autolimita el marco de acción y las posibilidades de imaginar un contexto que puede cambiar, que podemos cambiar. Sin embargo, si omitimos las limitaciones en una primera fase propositiva, permitiendo soñar e imaginar otras realidades, aparecen oportunidades que no eran posibles antes.
Cuando experimentamos procesos de escucha, debate y reflexión en los que identificar problemáticas y potencialidades comunes tomamos conciencia de realidades que antes no eran visibles o cotidianas. A través de las opiniones de otras personas, y de entender y madurar diferentes realidades o perspectivas de un mismo problema, nuestra opinión se enriquece, consolidándose o transformándose en una versión mejorada de sí misma.
Como si de un cambio de lentes se tratara, la realidad percibida se transforma. Nos hacemos nuevas preguntas y analizamos la ciudad mediante la actividad que se genera y no solo mediante el estado de las infraestructuras: ¿cómo mejorar el espacio público sin hacer grandes inversiones?, ¿por qué la ciudadanía no utiliza el espacio público?, ¿te sientes cómodo paseando en el espacio público?, ¿dónde te resguardas?, ¿a qué distancia está la zona de estancia más cercana?, ¿dónde está la zona de juego más cercana?, ¿puedes ir caminando?. Se detectan así nuevas carencias y, en consecuencia, nuevas oportunidades que antes no eran percibidas y que abren un nuevo abanico de posibles respuestas.
Cambio de actitud (compromiso)
En paralelo a la concienciación, debe haber un cambio con respecto a la actitud que queremos tomar frente al espacio público.
Frente a problemas públicos -que afectan a todas las personas-, se debe trabajar entre todos los agentes que intervienen en el contexto urbano para alcanzar soluciones colectivas. Debe existir una corresponsabilidad y sentir que se puede hacer más y mejor si existe un compromiso colectivo y todas las partes colaboran.
Partiendo de esto, se deben entender las capacidades, competencias y responsabilidades de cada agente, grupo, entidad o institución, para funcionar de la manera más organizada, eficiente y efectiva posible. A partir de aquí, se deben equilibrar los roles para que, por ejemplo, la administración pública pueda facilitar y acompañar iniciativas colectivas desarrolladas y gestionadas desde la ciudadanía. El objetivo no es otro que ganar capacidad de acción conjunta para transformar y activar nuestro espacio público.
Entendemos pues que lo importante es cómo usamos y gestionamos el espacio público. Podemos transformar el espacio público cambiando la forma en que nos relacionamos con él, más activa, consciente y comprometida.
Bibliografía
- RUEDA, S. (2015). ¿Qué son las supermanzanas y cómo benefician a las ciudades? Recuperado de https://blogs.iadb.org/ciudadessostenibles/ es/supermanzanas/
- SÁNCHEZ, EMILIO. 2016. «Alcalá de Henares cambia el “prohibido jugar a la pelota” por “juega respetando”». Verne, noviembre 24. Recuperado de https://verne.elpais.com/verne/2016/11/24/articulo/1479989336_441880.html
Texto extraído del documento Guía de Activación del Espacio Público, publicado originalmente en mayo de 2019, coordinado por fasebase y en colaboración con CivicWise.