La lógica de proyecto es inherente a la disciplina arquitectónica. Sin embargo, cuando hablamos del desarrollo de procesos de participación ciudadana o cultura comunitaria —generalmente vinculados a un acompañamiento continuado en el tiempo—, nuevos lenguajes y herramientas se hacen necesarios.
Comparto una pequeña reflexión en torno a estas dos formas de afrontar un proceso —proyectar/acompañar—. El contraste entre ambas no busca dar a entender una lógica de opuestos, sino por el contrario, visibilizando y remarcando sus diferencias, abrir la posibilidad a nuevos espacios desde los que construir una lógica de trabajo mixta entre ambos conceptos.
“Proyectar” implica un compromiso con el futuro. “Acompañar” implica un compromiso con el presente.
“Proyectar” genera un conjunto ordenado de ideas y argumentos que posicionan de forma crítica el mundo al que queremos dirigirnos. “Acompañar” genera un conjunto de códigos compartidos que nos permiten avanzar en el día a día.
“Proyectar” puede desarrollarse de forma individual. “Acompañar” requiere de relaciones de interdependencia.
“Proyectar” permite el riesgo y la experimentación. “Acompañar” posibilita la paciencia y el cuidado.
“Proyectar” parte de la afinidad. “Acompañar” parte de la proximidad.
“Proyectar” construye el horizonte al que nos dirigimos (imaginario). “Acompañar” construye la base desde la que partimos (vínculos).
"Proyectar" implica un compromiso con el futuro. "Acompañar" implica un compromiso con el presente.
— Pascual PG (@_pascualpg) July 26, 2022