Hoy es el Día internacional del Orgullo y nos preguntamos si el diseño del espacio construido podría estar afectando a la vida de las personas del colectivo.
El espacio que habitamos está mayoritariamente distribuido entre zonas públicas y privadas. La mayoría de las agresiones al colectivo se producen en el entorno público (físico y digital) y en el entorno privado.*
Parques, plazas, patios, calles o viviendas se convierten así en espacios inseguros para las personas LGTBI.
Hemos hablado mucho por aquí de la importancia de romper con esta dualidad público-privada y comenzar a trabajar la escala comunitaria en el diseño. Y es que desde el diseño del espacio construido podemos incentivar el encuentro de las personas tanto en sus entornos privados (ej. viviendas) como en sus entornos públicos (ej. calles, plazas, parques).
Esto es importante porque es en ese espacio comunitario donde se tejen redes de apoyo mutuo y se colectiviza los cuidados. Además, propiciar que haya “ojos en la calle”, como decía Jane Jacobs, podría contribuir a que se reduzcan las agresiones.
Una asociación o un colectivo arraigado a un espacio concreto genera un espacio de seguridad al que poder recurrir. Nuestro compromiso desde la profesión debería ser entender la importancia que esto tiene y garantizar que estos colectivos cuenten con los recursos urbanos necesarios para poder desarrollarse en libertad.
De este modo, el diseño intencionado de mobiliario, iluminación, arbolado, espacios cívicos… podría convertir a estos espacios en activos de salud para las personas LGTBI.
Por un Orgullo crítico y libre de violencias.
*Informe sobre Delitos de Odio 2019 del Observatorio Redes Contra el Odio. FELGTB. www.felgtb.org. Puedes leerlo aquí.