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Imagen de un taller participativo en Mestura Puerto (2017-2020)

Ciudad-Barrio: un reto para los territorios globalizados

En el urbanismo contemporáneo y globalizado de nuestro tiempo, donde las ciudades han crecido (y seguirán creciendo) a un ritmo desenfrenado, nos parece importante remarcar que no todas lo harán de igual forma. Existen tanto similitudes como equidistancias en sus formas de desarrollo.

En este sentido, a raíz del trabajo realizado desde Mestura Puerto, hemos identificado la existencia de ciertos tipos de ciudad que por su contexto y situación territorial tienen que gestionar y sostener las infraestructuras necesarias para la movilidad y comunicación de toda una región, pero que al mismo tiempo se han desarrollado a escala de barrio, manteniendo las relaciones sociales, la identidad y la cultura comunitaria propias de ello. 

El término CiudadBarrio nace así de observar e intentar descifrar Puerto del Rosario y para acercarnos más a su definición, vamos a reflexionar sobre la naturaleza territorial de este territorio en la isla de Fuerteventura.

Puerto del Rosario es al mismo tiempo un territorio con equipamientos a escala de gran ciudad y un barrio con identidad y cultura comunitaria.

La naturaleza territorial de Puerto del Rosario

Fuerteventura, isla periférica del archipiélago canario, es la más cercana al continente africano situándose a tan sólo 100km de la costa de Marruecos y a 1.500 kilómetros de distancia de la costa europea más cercana (Cádiz). Debido a eso, es considerada territorio ultraperiférico, salvando su condición de aislamiento gracias a la dotación de diferentes infraestructuras que le permiten una mayor conexión con el resto de tierras insulares y peninsulares.

Se añade a todo lo anterior las inmejorables condiciones climatológicas y medioambientales, lo que ha permitido al turismo alzarse como motor de crecimiento económico y desarrollo urbano que, sumado a la burbuja inmobiliaria, ha acabado generado un crecimiento acelerado y descontrolado del territorio, dejando tras de él una ciudad dispersa e inacabada, con innumerables vacíos urbanos, inservibles por ahora, pero con infinidad de posibilidades para la conformación de un entorno urbano consolidado.

Una isla y una ciudad que en cuestión de décadas ha pasado de ser un territorio desconocido, de pueblos pesqueros y paisajes vírgenes, a multiplicar su población —mucha de ella extranjera e inmigrante— y a ser un destino turístico conocido internacionalmente que recibe actualmente más de tres millones de visitantes al año para sus tan solo 100.000 habitantes, convirtiéndose así en la isla que más turistas recibe por habitante de España.

Pero, ¿cómo afectan todas estas circunstancias a la construcción de la ciudad y del tejido social y ciudadano?, ¿cómo afecta a las personas que lo habitan?, ¿cómo modifica la percepción de la ciudadanía con respecto a la ciudad, el espacio público y a su forma de relacionarse con el mismo?

El espacio público se deshace así de su principal condición como contexto relacional y lugar de encuentro, pasando a concebirse únicamente como espacio de tránsito.

Vemos un modelo de crecimiento que construye una idea de “gran ciudad” para el territorio —con todos los aspectos positivos que ello conlleva—, pero que pierde por el camino las beneficiosas condiciones de cercanía y convivencia de un pueblo y de sus barrios. A pesar de sus tan solo 39.000 habitantes, está perdiendo la cohesión y la confianza naturales a un contexto vecinal y comunitario, generando un contexto cada vez más individualizado que entorpece las relaciones de proximidad entre los diferentes barrios del municipio.

El espacio público se deshace así de su principal condición como contexto relacional y lugar de encuentro, pasando a concebirse únicamente como espacio de tránsito, con una excesiva dependencia de su uso privativo con el empleo del coche como principal medio para la movilidad urbana o los bares y las terrazas como única alternativa de uso y disfrute. 

Vemos por tanto Puerto del Rosario como un contexto de condiciones muy particulares, que cuenta con evidentes amenazas implícitas en un modelo de crecimiento como el descrito, pero también con innumerables oportunidades debido a muchas de sus particularidades insulares.

Puerto del Rosario es al mismo tiempo un territorio con equipamientos a escala de gran ciudad y un barrio con identidad y cultura comunitaria. Definimos esta naturaleza territorial bajo el concepto de ciudadbarrio y nos preguntamos si se podría rescatar lo mejor de una ciudad y lo mejor de un barrio, o lo que es lo mismo: ¿cómo podemos hacer ciudad con alma de barrio?


Texto extraído del documento “DIP (Diagnóstico Intensivo Previo)” de la primera fase de Mestura Puerto publicado en octubre de 2017, y que se ha seguido ampliando y mejorando con aportaciones posteriores.

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